domingo, 13 de febrero de 2022

Tolkien y la actualidad

Cualquier persona con un mínimo de cultura y de espíritu crítico sabe que, hoy en día, vivimos inmersos en una profunda crisis de valores. No me refiero sólo a principios como la lealtad o la honradez, conceptos que se están diluyendo en una sociedad pagada de sí misma donde priman el egoísmo y la autocomplacencia. Las personas no son capaces de mantener un vínculo basado en la lealtad, el respeto o la empatía, y si no aceptas mantener relaciones o amistades a cualquier precio, te quedas solo. En esta crisis de valores, para mí los libros tienen un valor fundamental: los libros no sirven sólo para entretener, sino que es en las páginas de los buenos libros donde quedan plasmados esos valores a los que doy tanta importancia. Enseñan a respetar y a comprender, a aceptar las cosas. Como lector, ejerzo a diario; soy de esos que, cuando hago la maleta, lo primero que meto en ella son los libros que van a acompañarme en el viaje y, cuando salgo al monte, siempre llevo en la mochila el libro que estoy leyendo. La literatura ha sido algo fundamental en mi desarrollo personal. Los libros, los buenos escritores, son casi los únicos amigos que siempre están ahí, que te enseñan y nunca te fallan. Conrad, Delibes, McCarthy, Tolkien.

Tolkien. No sé la de veces que he podido leer El Señor de los Anillos, y El Silmarillion me deja perplejo cada vez que lo releo. Por mucho que lea constantemente, estoy convencido de que nunca nadie, jamás, se acercará siquiera a lo que el profesor fue capaz de crear. La obra literaria de Tolkien es de una profundidad y una solemnidad que está más allá de la limitada comprensión de la masa social que consume las superficiales interpretaciones contemporáneas de su trabajo. No hablo de la sorprendente capacidad de dar verosimilitud a un mundo mitológico o fantástico, ni de su complejidad histórica, que incluso permite investigar en sentido estricto, sino de la seriedad intrínseca de su mensaje, de su nobleza. Si bien el tema principal de Tolkien es la muerte, creo que en su obra destaca, por encima de otros valores o mensajes, la lealtad.

Enlazando esa solemne profundidad de Tolkien con nuestra crisis de valores, veo con gran preocupación cómo la comercialización de su escritos ha corrompido la belleza de sus libros. Más allá de la ya vieja subcultura friki, que era hasta cierto punto inofensiva, la perversión audiovisual de la obra le está dando la puntilla a todo lo que Tolkien quería decir. No me gustan las películas que hicieron: si bien es evidente que toda adaptación tiene que realizar cambios, esos cambios no pueden afectar al ser de los personajes ni a la teoría filosófica de la obra escrita: entonces deja de ser una adaptación para convertirse en una perversión. Personajes literarios sumamente complejos, como Aragorn, Galadriel o Frodo, han sido en el cine versiones ridículas de los originales. Pero lo peor está por llegar: se está preparando una larguísima serie donde van a prostituir la obra de Tolkien por medio de la inclusión forzada, esa actual política impuesta por acomplejados que no tienen ni idea de en que mundo viven. Ya ha ocurrido en otras series, protagonizadas por actores negros en la profundamente racista Inglaterra victoriana o en la Europa renacentista. ¿De dónde sale tanta estupidez? Si bien en esos casos se trataba de blanquear sociedades que en realidad eran lo contrario, con la invención de elfos, enanos y hobbits negros, y quién sabe qué más inclusiones metidas con calzador, se avecina otra grotesca destrucción de los valores de la obra del profesor, una corrupción de una literatura que sin duda es demasiado compleja para esta sociedad imbécil. Pero la réplica para lo que digo es bien sencilla: como no me gusta, soy racista, homófobo y machista. La coherencia es otra rara avis hoy en día, obviamente. Me entristecen todos esos "fans" que justifican estas cosas; tal vez lo hacen porque son "fans" y no lectores.

Para terminar, quiero citar lo que dijo el mismo hijo de Tolkien, Christopher, sobre las adaptaciones cinematográficas:

"Tolkien se ha convertido en un monstruo, devorado por su propia popularidad y absorbido por lo absurdo de nuestro tiempo. El abismo entre la belleza y la seriedad de la obra, y en lo que se ha convertido, me ha abrumado. La comercialización ha reducido a la nada el impacto estético y filosófico de la creación. Sólo hay una solución para mí: girar la cabeza".

Supongo que lo más inteligente es hacer lo mismo.