jueves, 28 de julio de 2016

La isla de las aves

Las carreteras asfaltadas y de grava se sucedían durante horas y horas en aquellas largas jornadas sin oscuridad, días interminables iluminados siempre por el sol de medianoche. Islandia es una acumulación de paisaje, un grato y espectacular agotamiento para el viajero donde no terminan nunca de aparecer cascadas, fiordos, precipicios y campos de lava. Pequeños pueblos llamados ciudades aparecen aquí y allá en torno al anillo de asfalto que circunda la isla, precedidos por granjas, siempre granjas, millares y millares salpicadas por los campos verdes.

En aquella isla pude cumplir esos anhelos del niño que, con un puñado de monedas, corría de puesto en puesto de las ferias del libro de Alcalá de Henares en aquella época en que se encontraban siempre obras de naturaleza, guías de aves, manuales de bolsillo, los pardos cuadernos de campo de Félix y aquella inolvidable colección de Penthalon cuyos ejemplares parecían dibujados y escritos cada uno a mano. Desde la infancia había visto en los libros decenas de especies de aves nórdicas y boreales que, durante años, pensé que jamás podría contemplar. Sin embargo un viaje en solitario a Islandia, que hice sin más aspiración que estar tranquilo y respirar paisajes, se convirtió en toda una aventura ornitológica, en el encuentro con muchas de aquellas aves del Lejano Norte que pensaba nunca iba a ver.

- Una de las aves más fáciles de ver a lo largo de toda Islandia es el zarapito trinador(Numenius phaeopus). Su característico trino silbante es uno de los recuerdos que uno se lleva de la isla, ya que esa voz es una compañía siempre presente en sus amplísimas soledades.


- El ostrero(Haematopus ostralegus) es otra limícola que también aparece por doquier, tanto junto a las playas, su hábitat típico, como en cualquier tipo de tierras del interior. Anida en el suelo en un simple hoyuelo entre la grava. Posee un pico fuerte del que se vale para romper las conchas de moluscos y crustáceos.




- Del tamaño de una codorniz, el correlimos común(Calidris alpina) confía sobremanera en su cripticismo, llegando a ser casi invisible en los prados secos del verano nórdico hasta que no se levanta debajo mismo de las botas.



- Chorlito dorado(Pluvialis apricaria) en la tundra. En islandés lleva el elegante nombre de “Héidlóa”. Ave más huidiza y desconfiada que otros habitantes de los páramos helados, sus poblaciones se han visto afectadas, como la de tantas otras especies, por la innecesaria destrucción de su hábitat hasta desaparecer en algunos países.


- Pareja de agujas colipintas(Limosa lapponica) buscando moluscos en una playa cubierta de algas de los fiordos del noreste de Islandia.


- Una de esas aves maravillosas que uno ve en los libros y documentales y encuentra inesperadamente en el confín de Europa: el colimbo chico(Gavia stellata), consumado pescador. Su reclamo, un exótico ruu-ruu-roro, es otro de esos recuerdos sonoros inolvidables del Norte. 


- Pareja de cisnes cantores(Cygnus cygnus). Es el ave de mayor tamaño de Islandia. Al ser un ave domesticada en parques y jardines y habitante de ríos urbanos, siempre tengo una sensación extraña al observar cisnes salvajes en la Naturaleza, seres tan blancos y de apariencia tan pura, son como la visión lejana de un pasado atávico y remoto.


- Bien avenida pareja de barnaclas cariblancas(Branta leucopsis), acompañadas de su algodonosa prole, junto a la laguna glaciar de Fjallsárlon.


- En casi cualquier masa de agua del interior, ya sean ríos o lagunas, así como a lo largo de toda la costa aparece el eider(Somateria mollisima), una de las anseriformes con un dimorfismo sexual más acusado, siendo también el mayor pato de Europa. Las hembras presentan el habitual plumaje críptico mientras que los machos son de un blanco níveo con una elegante nuca de color verde.



- Grupo de patos arlequines(Histrionicus histrionicus), habitantes de todo el círculo boreal, soleándose en un río de los Fiordos del Oeste. 


- El pasado verano había observado al charrán ártico(Sterna paradisaea) en Alaska y fue un placer volver a encontrarlo en Islandia, donde alcanza densidades altísimas y no es complicado encontrar grupos de decenas de ejemplares pescando juntos allá donde se acumulen pequeños peces.



- Págalos árticos(Stercorarius parasiticus) en las tierras de Húsey. Muy diferentes del págalo grande, de aspecto más grácil y elegante, pero igualmente agresivo y rapaz para con las aves con que comparte territorio.



Cierto día caminaba solo por un camino en los alrededores de un glaciar. El hielo era viejo, muy viejo, de un intenso azul casi índigo debajo de la capa de tierra negra que lo cubría. Los laderas eran rojizas y el silencio abrumador, opresivo. Me senté en las rocas y observé el hielo, en apariencia inmóvil pero en constante movimiento, así como los pequeños icebergs desprendidos del frente glaciar que flotaban en la laguna donde desembocaba. Apareció en aquel momento un cuervo, un cuervo auténtico, el legendario Corvus corax. Me miraba de vez en cuando, mientras detenía sus andares elegantes, ese paso orgulloso que tienen algunos animales. Los cuervos no son pájaros corrientes, sino que son especialmente inteligentes y suspicaces, con personalidad y sentimientos de afecto y odio. Allá estaba aquella maravillosa forma de vida, aquel animal viejo y fuerte, de recio pico, de mente activa, en un rincón del lejano norte, en un glaciar desolado de Islandia entre la tierra volcánica y hielo. Apareció allá sin hacer apenas caso al viajero sentado entre las rocas que le observaba en silencio.


- Equipo fotográfico: Canon 600D con objetivo Sigma 18-300.

Otros reportajes sobre Islandia:

- En un acantilado islandés (frailecillos, alcas y araos)
- Los págalos de Húsey (Págalos grandes)