jueves, 29 de noviembre de 2018

El video de los perros y el ciervo

Todos hemos visto el video estos días. En él aparece una rehala de perros sujetando a un venado, un macho de ciervo, en el borde de un precipicio. Uno de esos fascinantes lances cinegéticos, heroicos y masculinos, donde perros de caza y presas luchan en ancestral igualdad de condiciones, el atavismo de la pasión de la caza, algo que los ecolojetas y los urbanitas no pueden comprender. Al poco, los perros (esos desgraciados podencos mil leches, que ya quisieran la consideración de los galgos) comienzan a despeñarse y desaparecen de la imagen. El rehalero se aproxima sin ninguna prisa, con su chaleco de butanero, cuchillo de remate en ristre. No he visto más; para algunas cosas desagradables tengo el estómago fino, pero me cuentan que al final se despeñan doce perros junto con el ciervo.

Además de la habitual rabieta, tan visceral como pasajera, de todo el mundo en las redes sociales, el video forzó una respuesta de los cazadores. Por fin, piensas. Por una vez van a hacer autocrítica y pedir disculpas. Esa salvajada no tiene excusas. Pero no: reaccionaron con su habitual flema de zarina ofendida. A tenor de la polémica, los de Jara y Sedal tardaron bien poco en sacarse de la manga un artículo titulado Así deben ser las imágenes de caza que muestras en las redes sociales, que recoge una serie de consejos de algún tipo experto en posar con cadáveres de manera elegante. Rollo narco mexicano. Me he animado a extraer algunos pasajes. Para empezar, califican la brutal muerte de doce perros en una montería como "imagen no representativa de nuestra actividad". Supongo que en el resto de las monterías el ambiente canino es el de un pipican y que la vida horripilante de los perros de rehala es otro invento del ecologismo. Después empiezan los consejos. Arrancan con un "Evita la presencia de sangre... maquilla su presencia". Sigue un "En ocasiones el animal que hemos cazado yace con la lengua fuera. Introdúcela de nuevo en el interior". Con respecto a la pose, "Olvídate de sentarte encima, cogerle de las cuernas u orejas... por supuesto elementos como bebida o cigarros no deben aparecer". Continúan con "Explora tu creatividad" y "Cuida el estilismo". No es broma.

A algunos, estos alegatos y justificaciones nos parecen todo un alarde de cinismo y crueldad, algo intolerable para alguien con un mínimo de moral. Porque, bueno. No me molesta el hecho de la caza en sí, lo que me cuesta entender es su mentirosa autojustificación. Porque la caza es lo que es: una pasión anacrónica, de mal entendida masculinidad, donde todo consiste en matar animales para divertirse. Ni la caza es ecuánime, ni es conservación, ni respeta nada ni a nadie, ni genera dinero o empleo en el medio rural, sino todo lo contrario. No estaría de más que algún día esta gente fuera de cara y dijera alto y claro que, simplemente, les gusta matar, que disfrutan matando y que lo van a seguir haciendo. Que les importa un bledo la matanza de perros, el sufrimiento gratuito o la extinción previsible de muchas de las especies que persiguen, amén de las más de cuarenta personas que matan al año sólo en España "por accidente". Que lo digan, que no lo maquillen. Para que todo el mundo sepa a lo que atenerse cuando se los topan o tienen un conocido cazador. Que todos tengamos claro que lo que les gusta es matar por placer. Aunque pretendan que parezca un accidente.