viernes, 26 de marzo de 2021

Peligro, trabajos forestales

Me imagino cómo funciona el asunto. Un flamante ingeniero, en su despacho decorado con cuadros de árboles o de bichos en las paredes. Un rotulador en la mano y el mapa de unos montes que no ha visitado en su puñetera vida. O que, en caso de haberlo hecho, ha sido a bordo de todoterreno, con la camisa planchada, las botas de montaña impolutas que ha sacado de la taquilla sustituyendo a los náuticos, los mocasines o las zapatillas urbanas, botas que le dan cierto aire aventurero, que guarda para ocasiones como aquella. Qué buenas me han salido las botas, tío. Me están durando años. A ver; un par de paseítos por pista cada vez que vas a señalizar algún destrozo, en caso de que realmente vayas personalmente a verlo. Así cómo no te van a salir buenas.

Conchabado con los tipos de la explotación maderera, con los que debe llegar a acuerdos amistosos en comidas en restaurantes buenos, abrazos, risotadas, copazos después y quién sabe qué más, porque así se sellan las cosas. Lo siguiente es la llegada de las cuadrillas al monte, las motosierras, la maquinaria pesada. Cuando se marchan quedan los montes destrozados, los caminos asquerosos, las arrastreras sucias, las nuevas pistas como cicatrices blanquecinas entre el verdor, abiertas con buldócer por las buenas o por las malas, hubiera lo que hubiera allí antes.

Pienso en cómo debió orquestarse la destrucción de aquel camino. Era una pista a media ladera, muy larga, sobre barrancos y valles fragosos, joyas de la naturaleza de Madrid. La descubrí a fuerza de tener que salir al campo por aquí, confinamientos autonómicos mediante. Una pista con sus dos roderas suaves, casi inofensivas, rodeadas de vegetación, con su fronterita herbosa entre medias. Meses después, vuelvo a dejarme caer por allí y paso kilómetros caminando por un monte arrasado que parece una escombrera o un escenario tras de un bombardeo, donde sólo faltan los cristales rotos y los peluches a medio quemar. Gran trabajo, señor ingeniero de montes, señores de medio ambiente. Gran trabajo técnico, delicado, pulcro, exquisito, cuidadoso con la naturaleza. Será que las cosas no se pueden hacer de otra manera y yo no tengo ni puta idea.

Imágenes

La pista de marras hace poco más de un año:


La pista, hoy:


Te pueden clavar 500€ por meter el coche cinco metros en una pista para dejarlo bien estacionado. Este juguete, sin embargo, tiene carta blanca:


Pistas abiertas para estos trabajos (no aparecen ni en las más recientes imágenes de satélite) únicamente para las sacas de madera y que, por supuesto, así se van a quedar cuando acaben:


La sobrecogedora belleza natural de los montes dedicados a la explotación silvícola:


Los trabajos forestales se caracterizan por un cariño y cuidado exquisitos por el árbol como forma de vida, hogar de la fauna, elemento del paisaje y patrimonio de todos:


El monte está lleno de toneladas de madera inservible, ya seca o en estado de pudrición. ¿Para qué cortaron el pino grande de la derecha? Rondaría los cincuenta años. ¿Nadie es responsable por esto?:


Arrastreras que han destruido un canchal que ha tardado miles de años en formarse. ¿No son paisaje natural protegido? Las talas y las sacas se realizan en cualquier época, no importa qué especies habiten en el bosque, si están criando, tenga ese paisaje el valor que tenga. A nadie le importa: