Recuerdo una tarde de verano de mi infancia allá en el
pueblo, Guadalcanal, en Sierra Morena. No debía tener mucho más de diez años. La cuadra estaba en medio del campo y dentro había dos fuertes caballos muy grandes, de color caoba. Los
sacaron para darles una vuelta. Echaron un vistazo a las herraduras, les
palmearon las fuertes ancas y comprobaron las dentaduras, de grandes piezas
cuadradas y amarillas. Recuerdo que yo pregunté si la mordedura de un caballo
dolía más que la picadura de un escorpión. Un tío lejano y los otros hombres me
contestaron que sí. Cortaron unas largas varas para azotar a las cabalgaduras y
emprendimos el regreso al pueblo.
La gente y las culebras
De camino nos encontramos con un pastor que estaba
sentado en el prado amarillo sobre una pequeña caja de fruta. Se levantó para
saludarnos y entonces una culebra de herradura(Hemorrhois hippocrepis)
salió de la caja. Era bellísima, negra y amarilla por encima, con el vientre
rosa. Sin haberlo querido estaba rodeada de personas, y para escapar escogió la
dirección que había seguido el pastor. Éste, hombre en apariencia montaraz,
empezó a huir a saltos y a dar quejosos grititos como una niña miedosa. Yo todavía
era un niño pero recuerdo que me vino a la cabeza una palabra para definirle.
Los otros hombres reaccionaron ante esa demoníaca aparición y usaron las varas que habían cortado para azotar contra el
suelo a la culebra, decenas de veces, en una orgía de brutalidad, polvo, dolor
y sangre que salpicaba. El pastor, ya envalentonado frente al despojo que se
retorcía, la remató. Después la cubrieron de rocas y se subieron encima para
aplastar el cadáver. Por si acaso.
La culebra de herradura es inofensiva como un
pajarillo. Y aunque no lo fuera, nada justificaba aquella muerte cobarde,
analfabeta y brutal. Yo era un mocoso pero ya sabía perfectamente de qué
especie se trataba. Lo sabía por los libros, los malditos libros. Cuando dije
que era inofensiva me miraron como si fuera un estúpido que no tenía ni puta
idea. Aprendí que tratar de concienciar sobre culebras a esta clase de gente, seas un niño
aficionado a los animales o un reputado biólogo, es predicar en el desierto, algo totalmente imposible.
Para aquellos gañanes violentos con serias dificultades para construir frases
completas o apreciar la belleza, eso no era más que un “alicante”, un temible ofidio venenoso que no tiene otra
preocupación que matar gente. Así que merecía morir. “Si te pica un alicante, llama a un cura a que
te cante“, dicen por allí: una copla vale más que un tratado sobre
herpetología.
El trato de la prensa
Pasados los años no he visto más escenas parecidas
pero he tenido conocimiento de ellas. Una vez conocí a otro de estos palurdos
que presumía de atropellar culebras en su finca porque “para que se coman los conejos, me los como yo
en adobo”.
Pero cuando piensas que los seres humanos no podemos ser más imbéciles, abres
las redes sociales y siempre te sorprendes. Podemos serlo mucho más. La última
anécdota que he leído ha sido, a través de la edición online de La Voz de
Galicia, la terrorífica aparición de una simple culebra de collar(Natrix
natrix), juvenil para más señas, en el caño de la fuente de un pueblo.
Parece que al menos Protección Civil recogió al animal sin matarlo. Pero lo
bueno viene después: la Policía Local, cito textualmente, “clausuraba la fuente” y la alcaldesa, por precaución, encargó “una analítica del agua” a un laboratorio; además espera un peritaje
de fontaneros que “inspeccionen
la parte trasera de la fuente” y ha ordenado a los vecinos de la finca cercana “que la limpien”. Un impecable protocolo antibichas.
Aunque todo esto suena a chiste, aquí hay dos asuntos muy
graves. Primero, la desconexión y la incultura total hacia la naturaleza y los
animales, donde incluso en zonas rurales se desconoce que las culebras son
inofensivas y sólo viven en ambientes y aguas limpias, con lo que al menos su
presencia era un buen indicador: cualquiera con un mínimo de conocimiento no puede más que reírse y calificar de ridícula
imbecilidad el cirio que han montado la alcaldesa y sus tramoyistas. Segundo,
la irresponsabilidad de un periódico que no se ha molestado en documentarse
acerca de la especie para tratar de educar o transmitir algo bueno a sus
lectores, por ejemplo respeto, empatía, curiosidad o la deseable evacuación del
animal a un río.
En los últimos tiempos estamos observando un repunte
en la hostilidad hacia los animales salvajes, unida a un amarillismo periodístico
impresentable. El conocimiento no tiene ningún valor y pesan más las equivocadas e insostenibles creencias populares. Creo que es muy urgente el trabajo de científicos y ecologistas
para orientar a los periodistas sobre cómo tratar estos asuntos. Porque pueden hacer mucho daño. Visto
el drama periodístico y social que es una culebrilla en una fuente de pueblo, ¿cómo
tratarán estos columnistas todas las mentiras infames sobre el lobo, los
buitres, los meloncillos, los cormoranes y hasta las cornejas, mentiras
desvergonzadas que se cuentan a diario en el mundo rural? El poder que tiene un
bolígrafo es increíble, para bien y para mal. Los que lo esgrimen tienen la
responsabilidad moral de usarlo para decir las cosas claras y tratar de hacer de éste un mundo mejor.
Algunos ofidios ibéricos
- Dos ejemplares diferentes de culebra de collar(Natrix natrix) en la Sierra de Gredos a 1900 metros de altitud. Al llegar a la madurez, los adultos de esta especie pierden el collar que les da nombre y se convierten en espectaculares grandes culebras de color verde turquesa:
- Culebra viperina(Natrix maura) en el Alto Tajo. De lejos la más abundante de las culebras ibéricas, vive en ríos, charcas y ambientes húmedos. El nombre le viene de su habilidad de imitar a las víboras, enroscándose e hinchando las mejillas, simulando tener veneno. Sin embargo, si se la manipula, ni siquiera abre la boca.
- Jovencísimo ejemplar de culebra bastarda(Malpolon monspessulanus) rescatada de una acequia en Meco, Madrid. Es la mayor de las culebras ibérica, pudiendo llegar a los dos metros de longitud.
- Culebra de escalera(Rhinechis scalaris) en la Sierra del Alto Rey(Guadalajara). Especie de admirable fuerza y fiereza, es como todas las demás culebras ibéricas, inofensiva para el hombre.
- Precioso ejemplar de culebra lisa meridional(Coronela girondica) en la Sierra de Gredos.
- Joven individuo de víbora hocicuda(Vipera latastei) de apenas unos días de edad en la Sierra de Gredos. Las tres especies de víboras ibéricas son animales particularmente tranquilos, que confían hasta el final en su camuflaje. Sólo moderán si son manipuladas, con lo que la responsabilidad de posibles mordeduras recae única y exclusivamente en la imprudencia del hombre.
- Ejemplar adulto de la misma especie aprovechando el calor que exhala una pista al final del día. Sierra de Gredos.
*El título de este artículo, “Todas
las hermosas culebras”, está obviamente inspirado en la genial novela de Cormac
McCarthy “Todos los hermosos caballos”.