domingo, 7 de abril de 2019

Los egoístas de la carrera de Muniellos

Entre todas las agresiones que sufre el medio natural -caza, especulación, pozos ilegales, incendios- existe una que, si bien no es la más destructiva de forma directa, es la que más nos indigna a más de uno por las amenazas que va a generar ya a corto plazo: las actividades deportivas en espacios naturales, entre las que destacan las carreras de montaña. Lo que ahora se llama trail. Porque la caza se puede regular, legislar, los incendios se pueden perseguir, la minería se puede prohibir. Pero el egoísmo no. Contra la gente egoísta a la que le resbala destrozarlo todo o llevarse por delante lo que sea con tal de divertirse no puedes hacer nada. Es como hablar con la pared, no puedes educar ni tampoco sensibilizar. Su afición es lo más importante.

En estos días, va a celebrarse una carrera en la reserva de Muniellos, una de las joyas de la Cordillera Cantábrica que conserva algunas de las zonas de más alta naturalidad de la Península, entendiendo alta naturalidad como espacio poco alterado donde la naturaleza puede seguir todavía sus propios ciclos. Pues bien, se ha denunciado que esta imprescindible carrera va a atravesar cantaderos de urogallo en plena época de reproducción: recordemos que el urogallo cantábrico está en peligro crítico de extinción, por no decir que es ya un muerto en vida. Todos los conservacionistas han puesto el grito en el cielo y se ha solicitado un cambio en el trazado de la carrera, que no su prohibición, que es lo que realmente debería pedirse. 

Aun así, la respuesta de organizadores y participantes ha sido la esperable: insultos y amenazas. Los trail runners califican a conservacionistas y científicos como "hijos de puta", "ecolojetas gilipollas" o "subnormales" (todo está en internet, para el que lo quiera comprobar), además de amenazarlos con bajar calientes o acabar en el río si van a manifestarse contra la carrera. Una reacción violenta la de estos corredores homéricos, pero que no debe extrañar a nadie; los corredores de montaña son enemigos terribles, y lo sé por experiencia. En esta página he escrito antes un par de artículos sobre este tema (ver Una carrera muy especial y Los cinco famélicos). Los recuerdo con cariño, porque han sido de los artículos que he escrito aquí que más respuestas han generado: poco después de publicarlos recibí varios correos electrónicos de esta gente, todos ellos para insultarme y para recordarme que no tengo ni puta idea.

Algunos datos. En 2015, según datos de EUROPARC-España, se celebraron en Asturias y Castilla y León 11 y 30 pruebas de este tipo, respectivamente, todas las asturianas y 29 de las castellanoleonesas en zonas protegidas, con una media de 336 participantes por prueba en Asturias y 461 en CyL. Todo en áreas protegidas. Y no es sólo el día de la carrera, es la presión constante que esto genera, ya que como preparación de la fiesta hay que desbrozar, talar, señalizar, los corredores van a entrenar allí antes y después, por no hablar de los residuos. Me pregunto, ¿no hay otro sitio para hacer esto? ¿No hay suficientes eriales, montes pelados, para poner a correr a cuatrocientas personas? ¿Hay que hacerlo en los espacios protegidos? ¿Es necesario? ¿Por qué y para qué se hace esto? No tengo respuestas: sólo se que todo esto me produce una inmensa pena.

Creo que no hace falta detallar cuales son los impactos que generan estas actividades innecesarias, improductivas y estúpidas. Cualquiera que sepa algo de campo -no como yo- lo sabe perfectamente. Hay dos cosas que me preocupan especialmente: primero, la cerrazón, la superficialidad, el perfecto egoísmo infantil de los corredores de montaña que saben que su afición es destructiva y aun así no les importa. Segundo, la grave responsabilidad de las administraciones por no poner coto a estas actividades infames. Porque las carreras de montaña no son otra cosa que otra vuelta de tuerca más, otra incomprensible presión a la naturaleza que no hace ninguna falta: representan la violación última de las montañas. Unos actos inútiles, promocionados y protagonizados por gente egoísta que no tiene ni la más mínima sensibilidad.