sábado, 4 de abril de 2009

Puebla de Vallés

La provincia de Guadalajara no cuenta únicamente con la Alcarria o el solitario Macizo de Ayllón como atractivos geográficos: existen unidades paisajísticas que unen ambos mundos. Hace algo más de un año que comencé a descubrir los atractivos del Macizo al norte de la prinvincia; para alcanzar sus soledades desde Guadalajara capital, es obligatorio seguir la carretera CM-1004 que, antes de llegar a Tamajón, cruza la subcomarca alcarreña conocida como "La Ribera", antecedente del Macizo y que define una zona geográfica intermedia entre las campiñas y las grandes alturas de la sierra.

En aquellos primeros acercamientos me dediqué a visitar los pequeños pueblos ribereños definidos por la compleja hidrografía natural que conforman el Jarama y el Sorbe, ya maduros, una vez han abandonado las montañas: una red hídrica sobredimensionada por el reordenamiento de aprovechamientos hidrológicos tan característico de la geografía del norte de Guadalajara, salpicada de embalses como el de El Vado o el de Beleña y canalizaciones como el Canal del Jarama.

Una de las localidades más curiosas de La Ribera es Puebla de Vallés. A pesar de que su nombre más bien evoca los verdes parajes norteños que los secarrales castellanos, se trata de una templada localidad enclavada en un espectacular paraje de cárcavas arcillosas de un profundo color rojizo y de origen férrico, que afloran en este fértil sector desde el Jarama al Sorbe.

Puebla de Vallés, rodeada de cárcavas de arcilla.

Antaño, el paraíso que era el joven Jarama convertía estas riberas en un vergel para la fauna, la flora y los habitantes locales. Tras un convulso pasado dedicado a la explotación agraria minifundista, sencilla por la humedad y la fertilidad de estos valles premontanos, hoy en día la geografía rural de Puebla de Vallés ofrece una triste lectura. Unido al abandono progresivo de los aprovechamientos tradicionales, el alivio periódico del embalse de El Vado ha desbaratado muchas tierras de labor, que se extinguen poco a poco, paralelamente al abandono y descuido de las riberas de ríos y arroyos. Por aquí se adivinan fácilmente algunas lamentables estampas heredadas de aquella gestión criminal del ICONA varias décadas atrás, que sometió tradición y biodiversidad para plantar pinos.

Actualmente, la vida en Puebla de Vallés se reduce a un tranquilo mantenimiento de los huertos.

A pesar de todo, tanto en los alrededores de Puebla de Vallés como en otros municipios de La Ribera(Valdesotos, Tortuero, Retiendas, Muriel, etc) la naturaleza, tras décadas difíciles, se ha recuperado de las agresiones y comienza a prosperar. Junto a los cauces crecen álamos, olmos, sauces y majuelos, además de frutales asilvestrados, que constrastan con las encinas, robles y sabinas cada más abundantes según ganamos altura hacia las cercanas montañas. A destacar, en el apartado de la fauna, la pareja de águila imperial(Aquila heliaca adalberti) que campea por la zona.

Actualmente, Puebla de Vallés tiene 97 habitantes censados, de los cuales únicamente 30 son permanentes. La vida del pueblo está totalmente supeditada al turismo rural y a la vida que traen los fines de semana y las vacaciones, cuando los hijos de la tierra vuelven a sus antiguos hogares. Como curiosidad, el gentilicio local, derivado del entorno, es "coloraos".

La percepción del espectacular paisaje de verde mediterráneo y cárcavas sanguinas recuerda inmediatamente al oeste americano, y puede decirse que la quietud y simple sencillez del pueblo acentúan esa impresión. Una pieza más en este desconocido y complejo puzzle de espectaculares constrastes que es el norte de la provincia de Guadalajara.

El paisaje es particular tanto desde dentro del pueblo(foto superior) como en los alredores(foto inferior). Atención a la arquitectura, en su mayor parte respetuosa con el croma del entorno.

Fotografías tomadas en marzo de 2008.