Siempre he encontrado atractiva la infinita variedad
de palabras que tiene el castellano para definir las riquezas del mundo
de la caza. Yo mismo utilizo con frecuencia muchos de esos vocablos cuando escribo o en el día a día. Siempre
me han gustado especialmente “vareto”, que define a los ciervos de un año
con dos únicas cuernas rectilíneas, y sobre todo “macareno”, para los grandes
machos viejos y solitarios de jabalí. Existe en el glosario de términos cinegéticos
toda una colección de palabras bellas que han evolucionado en el tiempo a la
vez que esta noble actividad inmemorial tan antigua como el hombre. Me
vienen a la mente palabras y expresiones como alicortar, collera,
descaste, aguardo, batidor, ir cogío, trezna,
encame, enfajar y otros tantos, hermosas palabras cazadoras, un diccionario técnico y particular de gran valor.
Sin embargo, más allá de la belleza del lenguaje o de
su aparente elegancia, se oculta como siempre la única y cruel realidad de la caza, habitualmente edulcorada en todos estos términos y
palabras que aparecen con frecuencia en prensa y conversaciones cotidianas,
haciéndonos olvidar que cazar es simplemente matar animales por diversión o
negocio. Pese a la cada vez mayor sensibilidad social por los animales y el
medio ambiente, he observado durante los últimos años una preocupante tibieza
general frente a todas estas práctica crueles, o bien una tendencia a asumirlas como razonables o legítimas, especialmente entre gente joven.
Muchos ciudadanos, dentro de su ignorancia sobre el
placer y disfrute que puede generar tirotear animales indefensos, pueden asumir
que la caza sea una afición necesaria y normal cuando no lo es. Así pues, en
este artículo vamos a ver coloquialmente a qué se refieren en realidad algunos de
los términos cinegéticos más en boga en nuestros tiempos, ese vocabulario
propio de la caza que todos vemos a diario en los medios de comunicación y redes
sociales:
- Alimañas y Control de Predadores: “alimaña”
es un término hoy plenamente vigente en la España rural(incluida su prensa) que
hace referencia a todo tipo de depredadores. Engloba principalmente al zorro y
al meloncillo pero incluye también al lobo, a todas las especies de mustélidos,
a las aves rapaces, los córvidos y ahora también a cormoranes, garzas y
nutrias. Después de los oscuros años de la Dictadura y sus “Juntas de Extinción
de Alimañas” (bandas de asesinos profesionales dedicados a aniquilar a los
animales más valiosos de nuestra fauna), actualmente en España esto sigue
existiendo bajo el eufemismo de “Control de predadores”.
- Caza con galgos: práctica prohibida
en la mayor parte del mundo por su crueldad inherente con estos perros. Todo
español que se precie ha visto o tenido noticia de los galgos ahorcados o
tirados en pozos a las afueras de los pueblos. Cuando el galgo pierde
facultades con la edad y se le escapan las liebres deja de ser útil para el
galguero: según datos de la asociación “SOS Galgos”, en España se abandonan o
son asesinados más de 50.000 galgos al año.
- Caza con arco: hoy en día es
preocupante cómo esta modalidad de caza es vista como una práctica noble y
respetuosa incluso entre población urbana con un alto nivel de formación. Los
cazadores que la practican se autodefinen como “cazadores de verdad”, al
prescindir de las armas de fuego. Sin embargo, la caza con arco causa heridas
terribles a los animales y pocas veces mortales al primer disparo, con lo que es
común tener que perseguir a la presa, que se desangra durante horas en el mejor
de los casos. No son extraños los hallazgos de corzos con flechas clavadas en
la cabeza y el cuerpo, que permanecen ahí para siempre causando gran agonía. Ésta salvajada está siendo
promocionada por algunas comunidades autónomas para controlar poblaciones de
jabalí cercanas a los núcleos habitados.
- Cazador furtivo: cazador que no
respeta las Leyes de Caza establecidas, aunque entre legalidad e ilegalidad hay una frontera muy frágil; no hay más que darse una vuelta por páginas de cazadores o escucharles en los
bares para darse cuenta de lo que harían si pudieran. El furtivismo está íntimamente
ligado a la caza legal: se estima que más de 9.000 animales mueren anualmente
en España por cebos envenenados(en los cotos) y más de 4.000 aves protegidas
son recogidas después de haber sido disparadas por cazadores(probablemente sólo se encuentra
uno de cada cuatro ejemplares abatidos).
- Cazador profesional: aunque parezca
mentira, esta figura existe. Se trata de una especie de gestores o agentes con
una extensa red de contactos adinerados y peces gordos a los que les gusta que
les lleven a cazar de la mano a matar al animal más espectacular posible. Los
cazadores profesionales son esos tipos que aparecen con frecuencia en las fotos junto a los
asesinos ricachones que posan junto a cadáveres de leones, leopardos, jirafas o elefantes. Se trata de
un negocio extremadamente lucrativo que mueve muchísimo dinero. En España,
algunas agencias hacen esto con los lobos y ya están solicitando hacerlo con
los osos. Es complicado dar más asco.
- Control poblacional: término que
pudiera parecer íntimamente ligado al de descaste, “control poblacional” se
utiliza hoy en día para solicitar(y conseguir) de las administraciones matanzas
indiscriminadas de animales supuestamente incómodos para un determinado sector.
A modo de ejemplo, en Asturias se matan diariamente cormoranes por las demandas de
los pescadores o lobos por las demandas de los ganaderos. Nunca se dice que los
animales abatidos son meros chivos expiatorios de los que piden matarlos para
ocultar los verdaderos problemas del campo, de los que ellos son responsables.
Los cazadores, por supuesto, siempre están dispuestos a socorrer a sus
desamparados amigos como los guardianes del medio rural y la diversidad que
son. A base de plomo.
- Daños colaterales: ruego se me permita incluir aquí éste término militar, pues al fin y al cabo hablamos de plomo y muerte. Se estima que en España mueren cada año más de 40 personas durante el ejercicio de la caza(no exclusivamente cazadores), unas 15 sufren graves heridas con invalidez grave y cerca de 1.000 sufren otras lesiones de diversa consideración. En este violento contexto, son frecuentes los casos de amenazas a ciudadanos, senderistas, ciclistas o agentes forestales que se topan de cazadores. Los encañonamientos, amenazas graves, agresiones y coacciones por parte de los cazadores a los ciudadanos son constantes y por supuesto sin consecuencias legales.
- Descaste: éste término cobarde aparece con frecuencia en la prensa escrita y digital. Descaste significa “matar porque hay muchos”. Las estimaciones no son válidas: he conocido cazadores que en un coto censan 300 perdices cuando realmente no había apenas 50; acabar con todas no les preocupa porque entonces las sueltan de criadero. En los descastes todo vale: ciervos, jabalíes, conejos, urracas, zorros, etc. Los cazadores nunca plantearán una gestión eficiente del equilibrio ecológico de otra manera que no sea descastando a tiros.
- Ecolojetas: es el insulto de
moda dentro del sector cinegético para todo aquel que no comulgue con sus
sanguinarios argumentos. Dentro del imaginario del cazador español, todo buen
ecolojeta es además maricón y podemita. No importa que se trate simplemente de
una persona sensibilizada con la naturaleza o de un doctor en biología que
lleve toda la vida trabajando en la conservación. Curiosamente la caza, negocio sucio donde los haya, muchas veces subvencionado a fondo
perdido, es muy dada a criticar que los ecolojetas lo son únicamente por
dinero.
- Emergencia cinegética: imagínense a
un cazador tranquilamente en su casa. Alguien le llama por teléfono y le dice “se
ha declarado tal pueblo zona de emergencia cinegética por el exceso de población
de conejos y ciervas”. El cazador, preocupado por conservar la Naturaleza, sale
corriendo para salvar el mundo rural y natural, armado hasta los dientes por supuesto, sin
siquiera despedirse de su señora. Bromas aparte, la declaración de una zona
como “emergencia cinegética” supone dar permisos para cazar todo el año.
Generalmente, estas “emergencias” son provocadas por agricultores-cazadores que
junto a su sembrado ceban fauna salvaje artificialmente y a propósito para que les
destrocen la cosecha. Así cobran una compensación y pueden matar cuando quieran
o cobrar por el coto. En el mundo de la caza está todo muy bien hilado.
- Licencia de caza: hoy en día se
trata de un mero trámite fraudulento. No hay nada más fácil que hacerse
cazador, ya que conseguir la licencia suele carecer de pruebas prácticas, en algunas
comunidades ni siquiera hay examen de conocimientos y en otras como Galicia es tan sencillo
que “basta con acertar la mitad y los errores no restan”. Muchos psicotécnicos
se aprueban bajo coacciones de los compañeros del novato al examinador. Hasta el más tonto puede ser cazador, ya no digamos los violentos.
- Media veda: actualmente, la media
veda es una de las realidades criminales más infames de la caza. Prohibida en
la mayoría de países de nuestro entorno y en varias comunidades autónomas, la
media veda no es más que un permiso para “matar para desahogarse” hasta que
empiece la temporada. Dependiendo de la
comunidad, se abre en agosto o septiembre, cuando la mayor parte de las
especies a tirotear están todavía en período reproductor; en general se
autoriza matar codorniz, tórtola común, zorro, corneja negra, urraca o gaviota
patiamarilla, entre muchas otras. Especies la mayoría sin interés culinario
alguno, que se matan por puro placer. Muchas de las especies víctimas de la
media veda se encuentran en plena migración, pero hablar con un cazador de la
bajeza moral que es matar una torcaz que ha viajado hasta su puesto de tiro
desde Noruega es perder el tiempo. Además, no hay que olvidar que las
poblaciones de tórtola han descendido dramáticamente un 25% en los últimos años
o que la codorniz en muchos lugares se encuentra en una situación más que
precaria. Nada de eso no importa.
- Plomo: el plomo(Pb) es un elemento
altamente contaminante que ha provocado graves alteraciones ecológicas en
ecosistemas vulnerables como los humedales. He visto a cazadores entrar en trance cuando les dicen que sería necesario cambiar el compuesto de la munición.
A modo de dato objetivo, a finales de esta pasada temporada 2016-2017 se hizo
una tirada de zorzales en Extremadura donde se mataron 4.000 zorzales(en una mañana)
para lo que fueron necesarios más de 10.000 tiros de escopeta: esto son 250
kilos de plomo en el monte. Creo que sobran las palabras.
- Rehala: los perros de rehala,
generalmente podencos, pasan la mayor parte de su vida encerrados entre sus
propios excrementos sin apenas ver la luz, condenados a una existencia de
violencia y desesperación. Todo el mundo habla del genocidio de galgos cada mes
de febrero pero nadie habla de los podencos y otros perros de caza,
considerados meros objetos, de los cuales no he podido siquiera encontrar
cifras de las tasas de abandono o muerte.
Cuando quise redactar este artículo pensé en limitarme a una serie de definiciones realistas de los términos cinegéticos más populares,
como “montería”, “rececho”, “ojeo“, “precinto” o “subasta”; pero para conocer
la oscura pero lucrativa realidad que hay detrás de ellos no hay más que informarse un poco en
internet, aunque advierto que hay que tener la piel muy dura y el estómago a
prueba de bombas. Así pues he decidido limitarme a un puñado
de términos del vocabulario de la caza que hoy en día aparecen con frecuencia en la prensa o las redes sociales y que no sabemos valorar como realmente merecen.
La caza es un constante atentado legalizado contra todos los
aspectos de conservación del medio ambiente, restauración de hábitats naturales, leyes europeas, bienestar animal y aspectos socioeconómicos que puedan plantearse.
Innumerables informes científicos e incluso sentencias del Tribunal Supremo
dejan claro que la caza no sólo no favorece el equilibrio ecológico ni ayuda al mundo rural sino que hace todo
lo contrario. Así pues, ante la constante y desvergonzada sarta de mentiras y manipulaciones
gracias a las cuales sobrevive este tétrico sector, la sociedad civil debe
estar informada y tener argumentos sólidos para posicionarse con determinación.