domingo, 24 de abril de 2016

Observaciones de marzo y abril

Pasó el invierno cálido y llegó la nueva primavera, un tiempo esperanzador más que otros pasados, ya que no fue hasta los últimos días de invierno cuando comenzaron las auténticas nevadas y los verdaderos fríos. Pensábamos que íbamos a perder el año, inmersos en nuestra injustificada lenta muerte anunciada, pero la Naturaleza dio un nuevo respiro como una madre sufrida. Marzo y abril resultaron como deben, el uno frío y nevisco, el otro fresco y lluvioso. Yo había echado mucho de menos en el monte los fríos y las lluvias, el picor en los nudillos, la quemazón en las orejas y las mejillas, el repiqueteo de las precipitaciones en el chubasquero, los escalofríos durante los descansos camperos y la búsqueda del sol entre las nubes como un reptil. Mas todo llega y pasa rápido, una leve onda más en las sucesivas y eternas estaciones de la tierra: marzo y abril trajeron todo aquéllo y pusieron las cosas en su sitio, ordenando la fenología de las cosas. Y mientras los animales, la fauna salvaje, mamíferos, aves, anfibios y reptiles, eternos compañeros de camino, han alegrado los montes con su ímpetu en el vivir.

- Collalba rubia(Oenanthe hispanica), invernante en el Sahel y reproductora en la Península:


- Macho de alcaudón común(Lanius senator), pequeño pero voraz predador, posado en el rosal donde ensarta y almacena a sus presas:


- Cigüeña blanca(Ciconia ciconia) de caza en un prado herboso junto al pueblo de Mahide(Zamora). El invierno 2015-2016 ha sido triste para las cigüeñas. Pese a que estar estrictamente protegidas y a ser nuestras vecinas, los cazadores, ejerciendo su particular ecologismo, se han entretenido llevándose unas cuentas por delante, varias veces disparando cómodamente desde el coche:


- Sapos corredores(Bufo calamita) en amplexo y freza(desove) a las tres de la tarde, aprovechando la humedad y temperatura templada de un día lluvioso:


- Esperas al amanecer y al atardecer en la Sierra de la Culebra, Zamora. Además de azores, elanios, venados y zorros, las esperas fueron fructíferas con la observación, algo lejana pero inolvidable y emocionante, de un lobo ibérico:


- Precioso macho de corzo(Capreolus capreolus) en el Macizo de Ayllón, con la cuerna del año a punto de estrenar:


- Otro macho, éste excepcionalmente recio y fuerte, crecido en zona lobera:


- Los animales no distinguen la forma humana si permanecemos quietos entre la maleza, como le ocurrió a esta corza de ojos negros:


- Las cabras hispánicas(Capra pyrenaica) del Sistema Ibérico, huidizas y esquivas, mantienen a la perfección su espíritu de animales salvajes. Huyen del caminante solitario en cuanto lo ven, aunque un barranco imposible los separe. Están muy alejadas de los confiados íbices que se pueden encontrar por ejemplo en algunas zonas de la Sierra de Gredos. Observar cabras montesas en regiones como el Alto Tajo sigue siendo una experiencia maravillosa de observación de fauna silvestre:


- Gran macho de jabalí(Sus scrofa); después de localizar el rastro del enorme animal en la nieve ayllonense, pudimos observarlo a placer un par de días después trepando por unas enriscadas colinas donde parecía imposible tenerse en pie. Quién pudiera moverse por el monte con la facilidad con que lo hacen ellos:


- A pesar de que éste zorro parecía estar totalmente sano por la soltura y naturalidad de sus movimientos, padecía de una infección en los ojos. En apariencia el izquierdo lo tenía ya totalmente inservible:



- Éste otro ejemplar de Vulpes vulpes, observado en el último tercio de abril, había cambiado ya al uniforme de verano, a pesar de que donde vive, la Serranía del Alto Rey, las temperaturas durante la noche y al amanecer no se alejan demasiado de los cero grados. Tenía la cola particularmente despeluchada:


- Fototrampeo de tejón y gato montés a la salida de una tejonera entre la campiña y la serranía alcarreña:



- Buitre leonado(Gylp fulvus), nuevo chivo expiatorio utilizado por malvados, manipuladores, gañanes y periodistas idiotas para asumir la culpa de todos los males del campo, sobrevuela, ajeno a nuestra infame condición, el Sistema Central nevado:


La convivencia entre las actividades sostenibles del hombre y el desarrollo libre y sano de la Naturaleza es posible y necesaria para ambos. En la zona donde está tomada la fotografía inferior, especialmente castigada en el pasado por actividades como la minería y el carboneo, existe hoy un región tranquila donde prosperan la fauna y la ganadería, y la vegetación recupera poco a poco su espacio. Rebaños de cabras y ovejas recorren la sierra protegidas del lobo por perros y pastores, garantizando la convivencia. Suenan los cencerros, un lejano ladrido, el grito de un águila, el rugido de la cercana cascada, el viento entre la pineda. Todo parece funcionar, libre, sereno y en paz.

Cuando uno vuelve a la vida en la ciudad y a las obligaciones y quehaceres diarios, no puede más que pensar siempre con nostalgia en las melancolías campesinas. Deseando que el tiempo pase para poder volver a escaparse. Como escribía Graham Greene, "cuando uno escapa del desierto, el silencio le grita en los oídos".