domingo, 27 de marzo de 2016

Un pajarillo en el hombro

Parece que una vez preguntaron a Luis Buñuel de qué partido era y contestó que él sólo se afiliaría a la sociedad protectora de animales. Ante una pregunta semejante, Eduardo Martínez de Pisón respondió que él únicamente estaba del lado de las montañas, del abeto y del alimoche. Hay gente, muy poca, a la que los problemas cotidianos del ser humano con que nos bombardean en los medios de comunicación le importan muy poco. Personas que tienen los recursos necesarios para darse cuenta de que esos problemas no son más que un teatrillo y que no son tan importantes. Porque pones las cosas en la balanza, comparas la honestidad de la naturaleza frente a la miserable condición humana y eliges. Rotundamente. Valoras más observar a un trepador azul buscando insectos en un árbol que cualquier majadería de nuestra insustancial sociedad esterilizadora, nuestra estúpida colmena que nos hace vivir sin vivir. Tienes que comer y pagar facturas, pero no tienes dudas en anteponer la existencia de un bosque antes que el desarrollo bacteriano de un hombre cada vez más egoísta, más superficial, más sometido a las absurdas necesidades creadas con que lo han anulado. Un hombre que hoy es peor que antes, cada vez más trivial, vacío e improductivo. Terminas marcando una equidistancia resignada y molesta con esa marabunta de individuos soberbios, sesudos expertos en deportes y teléfonos móviles que miran por encima del hombro al ecologista, al animalista, al humanista o a cualquier persona sensible.  Y ves el vuelo de los pájaros y entiendes. La mayor genialidad que he leído a este respecto y con la que me siento especialmente identificado está entre las páginas del popular Walden de Thoreau. Dice: “Una vez se posó un gorrión sobre mi hombro durante un instante mientras escardaba en un jardín de la ciudad y sentí más orgullo por esa distinción que por cualquier charretera que hubiera podido colgarme”. El problema está, creo, en que muy poca gente hoy en día es capaz de entender todo el contenido que tiene esta frase. Su fuerza como recurso para soportar nuestra vacuidad. Su limpia y lapidaria honestidad.