martes, 30 de noviembre de 2021

Los búhos nivales

Hace unos días, un par de búhos nivales apareció en la costa de Asturias. Como todos sabemos, este animal proviene del Ártico y su aparición en España, insólita, puede darnos mucho para pensar: escasez de presas, tal vez cambios en las corrientes o temperaturas como consecuencias del cambio climático, el heteropatriarcado, etcétera. Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención sobre el tema ha sido la ya criticada presión de fotógrafos y observadores de aves, que han peregrinado en masa para ver a los búhos al lugar que estos pájaros, ingenuos, escogieron como lugar de descanso. Me han mandado algunas fotos de algo que parecía un romántico botellón marítimo, con un montón de gente encogida y mirando hacia un puntito blanco (un resignado búho nival). La actitud de algunos ha causado cierto revuelo. No voy a ser yo el que critique el avistamiento de aves, actividad noble y bella donde las haya, que además llevo practicando desde niño. Pero yo he estado dos veces en Alaska y dos veces en Islandia, con nieve, todo el santo día cámara réflex en ristre, sin ver búhos nivales, y no me ha pasado nada. Sin embargo, en ese maravilloso muestrario de la condición humana que son las redes sociales, ves la posible razón de dar tanto por saco a los búhos. En varios grupos ornitológicos de Facebook, multitud de usuarios han subido sus excelentes fotos: aves tan magníficas como los búhos nivales, posando arrebatadoramente bellos a la luz del atardecer, fotografiados con equipos carísimos, con técnica depurada, velocidad de obturación y apertura calculadas al milímetro. Hay bicheros y pajareros que tienen su breve momento de gloria online como algo único en el mundo; pero la realidad tras eso no es más que un montón de fotos, todas idénticas, del mismo animal, posado en las mismas rocas, con la misma luz, el mismo fondo y los mismos likes. No todo el que haya ido a ver a los búhos nivales de Asturias habrá tenido esa motivación, pero todos sabemos cómo funciona hoy la cosa. Y me da pena. No me gusta que molesten a los animales salvajes, ni para estudiarlos, ni para mantener chiringuitos a su costa, ni tampoco para subir una foto. Las caras de las aves no tienen expresión, pero el gesto del manoseado búho nival en todas esas fotos me parece que dice, sin duda, "me tenéis hasta los cojones".

Entrada del búho nival en el imprescindible "Aves de Europa, con el Norte de África y el Próximo Oriente" de Lars Jonsson.