miércoles, 2 de diciembre de 2020

El once de gala

Me acaba de llegar la alineación. El flamante plantel de responsables, el "once de gala", el dream team del rimbombante "Grupo de Trabajo del Lobo" que orienta al Ministerio de cara a diseñar la "Estrategia Nacional" de gestión de la especie. Por resumir, recomiendan suspender la caza de lobo, pero quieren que se sigan permitiendo eso que se llama controles letales de población, que no es más que un eufemismo de matar lobos para contentar intereses sectoriales o electorales. Recomiendan no cazar, igual que recomiendan control letal. Venden esta falsedad como una "gestión flexible e intermedia". Y con esta ficción pretenden engañar a los conservacionistas y al ciudadano decente. Porque, como es evidente, una estrategia sólo sugiere objetivos, no impone obligaciones, no sanciona a funcionarios incompetentes o que prevariquen. De manera que, y ojalá me equivoque, todo va a seguir igual. 

Pero a lo que iba: ese once de gala. Habrá quien piense que un "Grupo de Trabajo del Lobo" incluye a científicos independientes, investigadores, naturalistas y expertos de las entidades conservacionistas. Pues no: en esto no se apuesta por nadie que no tenga intereses particulares. Dicho grupo de trabajo lo forma personal ad hoc puesto a dedo por cada Comunidad Autónoma. Casi todos ellos destacan por una gestión poco eficaz y en absoluto conservacionista. Al leer los nombres, conociendo cómo funcionan los tejemanejes del lobo en España, no puedes más que sentir una profunda tristeza. Está Buruaga, vicepresidente de la SECEM y coordinador de los censos de Castilla y León que motivaron durante años los criminales cupos de caza de la Junta. También veo a Agustín Noriega, quien me dicen que es el responsable de los permisos ilegales -no, no está en la cárcel- para matar lobos al sur del Duero. Veo también, cómo iba a faltar, a Juan Carlos Blanco. En la plantilla cántabra está Lucio, quien parece que es el que firma las matanzas de lobos en esa comunidad. Por Castilla-La Mancha figuran Erundino Alonso y Marino López, responsables de que el lobo no tenga una población estable en Guadalajara, uno de los mayores y más vergonzantes fracasos en conservación en España en los últimos tiempos, fracaso del que se han permitido incluso presumir en televisión durante meses, vendiéndolo como un buen trabajo y engañando a la gente con total desparpajo.

En fin, que todo queda en casa. Allá donde haya un puesto siempre están los mismos. Ahí están todos los que se saltan las leyes de transparencia, ocultando cómo gestionan al lobo. Los mismos que deniegan las autorizaciones y colaboración a investigadores independientes para que nadie se entere de lo que pasa. Todos los responsables de la dinámica de asentamiento y extinción del lobo en los límites del área de distribución, todos los responsables de su regresión en varias regiones y todos los responsables de su virtual desaparición en otras son enviados al Ministerio como miembros del "Grupo de Trabajo" y la nueva "Estrategia". Toda esta mentira está pagada por nuestros bolsillos. Lo más divertido de todo este asunto es que se venden a sí mismos como desinteresados defensores del lobo. Pero, en realidad, están al servicio de un mercado de intereses, de un lobby o un establishment, como quiera llamarse, amén de sus propios chiringuitos particulares, que garantizan ante todo que la población española de lobo no avance ni un solo metro más. Y nos están engañando a todos con un rotundo éxito.