martes, 14 de abril de 2020

Un libro te lleva a otro

Un día de septiembre, dando un paseo vespertino por Chamberí antes de asistir a una obra en los Teatros Luchana, callejeamos sin rumbo descubriendo cafeterías, tiendas y librerías, paseos que son uno de los mayores encantos que tiene Madrid. Entramos en una librería pequeña y agradable, que tenía la mayor parte de los libros tumbados en las estanterías, no en vertical, de manera que podía uno ver todo el género sin necesidad de dislocarse el cuello. Y escogida la presa, en esa librería uno pagaba a voluntad, lo que considerase oportuno por el libro que fuera a llevarse a casa. Compré allí El espejismo de El Dorado, de Frank G. Slaughter. Me pareció apropiado para incorporar a mi biblioteca de libros de historia y novelas sobre la América española; además, la edición era bonita, ya con sus décadas encima. Hojeándolo después, noté con confesable reparo que el libro tenía las inevitables trazas de caer en lo anglófilo. Al fin y al cabo, trataba sobre Walter Raleigh en la época de enfrentamiento entre la España de Felipe II y la Inglaterra de Isabel Tudor. Cuando uno tiene la mala costumbre de leer, sabe reconocer de antemano qué va a encontrarse en muchas obras con sólo pasar aceleradamente las páginas y leer algunos párrafos en diagonal. Así, sin muchas ganas de embarrarme en un libro donde los españoles íbamos a ser muy malos y los ingleses -esos que no dejaron indio vivo allá por donde pasaron- muy buenos, con esa cómica habilidad que tienen los anglosajones para darle la vuelta a la Historia, dejé el libro en la estantería de "pendientes" durante meses.

Hace pocos días, he releído un libro de divulgación histórica maravilloso: Pioneros de lo imposible, Hitos de la exploración contemporánea, de Javier Jayme, que repasa las últimas grandes exploraciones geográficas: desde el África profunda a los Polos, pasando por el Himalaya o la Isla de Pascua. Lo leí por primera vez hace ocho años, y tengo que confesar que la maestría con que están relatadas aquellas últimas aventuras de la humanidad me fue de gran inspiración en aquellos días, en que siempre andaba buscando "ese barranco en el que nunca ha entrado nadie" o aquél árbol desconocido. La primera aventura que narra Pioneros de lo imposible es la exploración, en el siglo XVI, de la Gran Sabana y los tepuis, entre las actuales Venezuela, Brasil y Guyana, inicialmente por el segoviano Antonio de Berrío y después por Walter Raleigh -Milor Guaterral-, tras emprender una rapiña muy a lo inglés por las posesiones españolas. Al fin, la Historia, que no entiende de agravios ni envidias, ha recordado antes a Raleigh que a Berrío por la exploración de esa región, a pesar de que todos los lugares por los que pasó eran ya conocidos de sobra por los exploradores españoles. Pero ese es otro tema. El caso es que la lectura de Pioneros me recordó a aquella novelita de enésima mano que compré callejeando por Luchana y que dejé olvidada en una estantería. Le di una oportunidad, porqué no. Y aquí ando ahora, leyendo esta historia donde los españoles son ladinos y siniestros y los ingleses la nobleza personificada. Leyéndola relajado, con un buen café. Sabiendo a lo que me enfrento, sin indignarme. Con la íntima satisfacción de saber que, gracias a los recursos que te da el hábito de leer, los hijos de la Pérfida Albión no me la cuelan con esta historia.