martes, 5 de febrero de 2019

El pobre Blas

Hace tiempo que sólo escribo aquí sobre naturaleza. Creo que nunca he escrito nada político, no me gusta hablar de política, pues como dice un buen amigo, "La política saca lo peor de la gente, cualquier persona que creías normal puede convertirse en un idiota, o un energúmeno, en cuestión de segundos". Tiene razón, desde luego. Tampoco suelo hablar de política con amigos, familiares ni compañeros, porque nunca falta el enterado que, cuando tratas de exponer tu opinión sobre el tema que se trata, educadamente y con base en los varios libros que has leído sobre eso, te mira con condescendencia o directamente se ríe de lo que dices. Desde su iletrada sabiduría de sobremesa, de barra de bar, de televisión, de lo que ha oído por ahí. Esto, además de con la política, pasa mucho si se habla de hechos históricos, sobre todo si metemos el pie en terrenos que los acomplejados han vuelto pantanosos: la Guerra Civil, la Conquista de América u otros procesos, cuya apasionante complejidad viene grande a más de uno. Un día me di cuenta de todo esto y, desde entonces, selecciono muy bien con quien discutir sobre política o historia.

Hablando de historia y opiniones sorprendentes, estos días circula una breve polémica sobre cierto personaje histórico. Sí, ésta es una página sobre naturaleza y bichos, pero es que este penoso asunto me ha tocado la fibra. Ya lo conoceréis: a raíz de ciertas declaraciones políticas, en la gala de los Premios Goya, un tal Borja Cobeaga, director de cine, ha llamado "conquistador demediado" a Blas de Lezo, entre risas y carcajadas. Y bueno. No soy ningún patriota, pero soy consumidor habitual de historia de España y, al contrario que Borja, sé quién fue ese hombre, sé ponerlo en su lugar. En una época en que leía mucho sobre la América española o gestas de la época imperial, leí sobre Blas de Lezo, divulgación, estudios y novelas, pues precisamente entonces se estaba resaltando su figura, tal vez con cierta saturación. Sí, tuvo una trayectoria admirable, pero ha habido muchos como él de quienes no se acuerda nadie. Que dejen ya en paz al pobre Blas, pensaba.

Pero no le han dejado. Ahora es cuando más se ha hablado de ese conquistador demediado. Como a la mayoría, para eso le ha servido al pobre Blas ser un patriota, para que ahora paisanos suyos se rían de él y le humillen. Un hombre que con 30 años ya estaba tuerto, manco y cojo por servir a su país y a lo que creía correcto. Que en Cartagena de Indias logró que América siguiera siendo española otro siglo más. Que con seis barcos, un puñado de soldados y otro de indios flecheros, derrotó a una de las mayores armadas de la historia: casi doscientos barcos ingleses, entre ellos veintinueve navíos de línea. Del pobre Blas de Lezo no se ha acordado nadie en doscientos cincuenta años, hasta que los amantes de la historia comenzaron hace poco a reivindicar su figura. Y hasta que un perfecto imbécil se ha reído de él en una gala.