lunes, 11 de agosto de 2008

Braga y la Costa Verde

Utilizando el Google Earth y algunos foros de viajes para localizar los destinos más atractivos, pude diseñar un pequeño itinerario por el norte de Portugal para pasar un fin de semana de verano. Me decidí por visitar Braga y sus alrededores: Guimaraes, Viana do Castelo y el litoral de Esposende; en total tres días en el país vecino, 1550 km de recorrido.

El viaje lo he hecho solo, de lo cual solo pueden extraerse cosas buenas. Se está mucho más permeable con cuanto te rodea y captas detalles que de otra forma pasan desapercibidos. Viajando solo llaman mucho la atención los gestos de la gente y las conversaciones, se repara en todas las particularidades y la inmersión con la cultura local es total. Además, se tiene absoluta libertad para establecerte horarios, destinos y actividades. En definitva, vas donde quieres, haces lo que quieres y en el momento en que se te antoja. Y eso, viajando, en ocasiones es difícil hacerlo.

Viernes 8

Salí de Madrid a las 6.00 y llegué con tranquilidad a Braga sobre las 13.00 hora española. Había reservado en una pensión que daba a la misma Praça da Republica, dentro del centro comercial Avenida Bragashopping. La primera impresión al llegar a Braga es que no es una ciudad monumental, pero callejeando un poco se extrae todo su encanto. Tras arreglar mis asuntos(aparcar y alojarme) me adentré en la ciudad. La pensión tenía una ubicación inmejorable, en plena Praça da República, centro neurálgico y de reunión de la población bracarense, con jardines y fuentes con espectáculos de luz por la noche. Durante todo el día, las terrazas están llenas y hay puestos de artesanía portuguesa.

El casco histórico de Braga es perfectamente abarcable a pie en poco tiempo. En pocos minutos, desde la Avenida Central, se llega a la Sé de Braga, la catedral, que data de 1093 y reúne románico, gótico y barroco. Es curioso como de las paredes interiores cuelgan tapices con los escudos de diversas localidades del distrito. El órgano de la es impresionante, lástima que no dejaban hacer fotos del interior:


La Igreja do Hospital de S. Marcos tampoco deja indiferente, al igual que el Jardim de Santa Bárbara. La geografía urbana de la ciudad está plagada de edificaciones históricas como éstas, reconvertidas en espacios públicos o culturales:


Braga es una ciudad muy tranquila, de mentalidad conservadora. Las calles y plazas tienen un ambiente muy agradable. Tal vez lo más característico de Braga, más que los monumentos, sean las simples fachadas de las casas. El típico aspecto decadente de las ciudades portuguesas convive con fachadas deliberadamente dejadas envejecer, pintadas con vivos colores o cubiertas de azulejos. A mi juicio esta simple muestra de evolución urbana constituye el principal atractivo de la ciudad:


Tras conocer el casco histórico de la ciudad, me dirijo a las afueras donde en la cima de un monte se levanta el Santuario de Bom Jesús, en un entorno inmejorable, conjugando la obra del hombre con el medio natural. Su principal característica es un via crucis en forma de escalera en zigzag, con cinco descansos con sus cinco fuentes. En los jardines alrededor de del santuario se encuentran especies vegetales interesantes, como algún tejo. Las vistas sobre la ciudad son fantásticas. Realmente es uno de los lugares más espectaculares en los que he estado nunca:


Al caer la noche, la ciudad continúa animada. No puede faltar un café en el Café Vianna, en los soportales de la Praça da República, donde te sirven el torrefacto acompañado de una ramita de canela para que de gusto a la bebida. En la misma plaza la fuente ofrece un espectáculo de luces:


Esa noche cené en una tasca portuguesa en la Rua du Souto. Sopa de legume y robalo, acompañado de la típica Sagres.


Sábado 9


Este día tenía planeado visitar las localidades más pintorescas de la Costa verde. Emprendo camino hacia Viana do Castelo, villa costera junto a la desembocadura del río Limia, a 50km de la frontera norte con España. Esta localidad se caracteriza por una alto nivel de vida, la decoración urbana y el mismo ambiente de las calles delantan que ésta es una localidad de vacaciones de clase media-alta. Al llegar a Viana aparco en un moderno aparcamiento al aire libre junto al cauce del río. Me dirijo hacia el adoquinado Barrio Antigo, que transcurre por calles y plazas, entre palacios e iglesias. Al igual que Braga, está lleno de blasones que recuerdan a tiempos mejores, cuando Portugal emanaba poder y llegaba riqueza desde las colonias. Con el centro histórico contrastan el puerto y los paseos marítimo y fluvial, modernos y de alto nivel adquisitivo.

Al igual que Braga, Viana do Castelo tiene, en una de las montañas que rodean la ciudad, su propio templo, el de Santa Luzia. Contempla la ciudad, el puerto, la desembocadura del Limia y el mar. Las vistas son espectaculares: "Santa Luzia disfruta de uno de los mejores panoramas del mundo"...

Tras pasar una agradable mañana en Viana do Castelo, me dirigí al sur para visitar Apúlia, Fão y Ofir, pequeños municipios turísticos de la Costa Verde. Apúlia es el que tiene más encanto por su testimonial ecosistema dunar, las pequeñas lanchas pesqueras y los molinos de viento a pie de playa, pero la verdad es que esta zona tiene poco que ver, aparte de que el viento es muy fuerte y el agua del Atlántico estaba helada. Además, estaba todo más masificado de lo que esperaba. Me arrepentí de no haber pasado el día completo entre Viana do Castelo y Guimarães, el cual visitaría al día siguiente.

Algunas fotografías en Apúlia:


Al regresar a Braga por la noche, me despido de ella dando un último paseo. La ciudad es aún más encantadora al atardecer y en la oscuridad; los bellos edificios parecen totalmente distintos a como son durante el día. Un paseo nocturno por las calles de Braga, teniendo como sonido de fondo las melodías de las flautas y las conversaciones en portugués, es inolvidable.


El mítico café A Brasileira, centro de reunión de la intelectualidad bracarense:


Domingo 10

A la mañana siguiente abandono definitivamente Braga y me dirijo a la vecina Guimaraes, localidad conocida como La cuna de Portugal, desde que Alfonso Enríquez fue proclamado rey del país luso en 1139 y que hoy en día es una ciudad de provincias. Pazos, un castelo, estructuras barrocas y un centro histórico amable y tranquilo(como todo en Portugal) conforman esta villa medieval:

Después de la visita a Guimaraes emprendo el regreso a casa. Por carretera se siguen viendo parajes espectaculares. La humedad ambiental aquí en el norte es muy alta, lo que combinado con la proximidad del mar y el relieve irregular ha levantado profundos y variados bosques. Los carballos, a pesar de ser aún mediados de agosto, comienzan a teñirse de ocre:


El norte de Portugal es una zona geográficamente muy interesante. La exhuberante vegetación, con presencia mayoritaria de repoblaciones poco afortunadas, resulta espectacular: "Portugal es toda verde". Las carreteras serpentean entre los montes alargando los viajes entre sus localidades dispersas pero bien interconectadas. Es muy interesante el patriotismo sin complejos del cual hacen gala los portugueses; luego me da vergüenza venir a España y ver lo que veo y oir lo que oigo.

Se dice que Portugal vive de cara al mar y de espaldas a España, mirando a ultramar pero sin despegar los pies de sus calles adoquinadas. Todavía se respira cierta melancolía en sus ciudades de aspecto decadente y en la forma de ser de sus gentes.

Más fotografías del viaje, aquí.