lunes, 12 de noviembre de 2018

Recuerdos de Gredos

Debe haber pasado ya más de año y medio desde la última vez que visité la Sierra de Gredos, y no puedo evitar cierta morriña. A pesar de que hay muchas otras sierras que visito mucho más a menudo, pues no debe llegar a la veintena el número de mis salidas en Gredos, esta enorme cordillera, de 150 kilómetros de longitud y enormes montañas de gris acero, tiene para mi ese aire sacro único que sólo poseen las grandes alturas.

Es cierto que Gredos es meca de montañeros y que algunos de sus caminos están demasiado hollados, pero he tenido la suerte, o el privilegio concedido por alguna deidad misteriosa, de haber disfrutado siempre de Gredos en soledad. Largas jornadas de montaña y silencios inmortales, noches maravillosas dentro de refugios, leyendo alumbrado por una chasca de madera de piorno, desayunos fríos sentado a la puerta, observando la inmensidad. 

Fotografía "con temporizador" tomada en la Portilla de Bohoyo a 2.358 metros de altitud, allá por 2013.